La sonda LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter) de la NASA ha obtenido nuevas imágenes del hoyo, que mide cien metros de profundidad, y de otros dos más.
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Agujero de cien metros de profundidad en el Mar de la Tranquilidad // NASA/GSFC/ARIZONA STATE UNIVERSITY. |
Los hoyos, que parecen ser la entrada a grandes túneles subterráneos excavados por un antiguo río de lava, un mundo geológico completamente desconocido, han podido ser medidos con más exactitud.
Uno de ellos, captado por la nave en el Mar de la Tranquilidad, tiene nada menos que cien metros de profundidad, algo así como el tamaño de un rascacielos y más de lo que se creía.
Los científicos creen que estos túneles podrían servir de refugio a las primeras colonias de astronautas que se instalarán en la Luna, si es que algo así llega a producirse.
La existencia de estos agujeros fue confirmada por primera vez por la sonda japonesa Kaguya, pero las nuevas fotos de la LRO son mucho más precisas.
La sonda tomó imágenes de la boca vertical descubierta en el Mar de la Tranquilidad cuando el Sol se encontraba en distintos ángulos, lo que permitió a los investigadores estimar su profundidad: unos cien metros.
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Vistas de dos hoyos mas en el mar del Ingenio // NASA/GSFC/Arizona State University. |
LA ENTRADA A UN MUNDO NUEVO
Estos agujeros pueden ser la entrada a túneles de lava, semejantes a las estructuras que tenemos en la Tierra, que se crean cuando una corriente de roca fundida se solidifica y la lava se escurre, dejando un tubo hueco en la roca.
Así, forman amplias redes de galerías y grandes bóvedas. Hasta que los agujeros fueron descubiertos, todas las pruebas de este entramado subterráneo eran indirectas, basadas en las observaciones de largos canales sobre la superficie.
En la década de 1960, antes aún de llegar a la Luna, los investigadores ya sospechaban su existencia, al observar en fotografías orbitales cientos de canales largos y angostos, llamados «rimas», sobre planicies lunares.
Los científicos estudian ahora cómo se formaron estos agujeros y si pueden ser utilizados por futuras misiones que se instalen en nuestro satélite.
Los tubos podrían proteger a los astronautas de las peligrosas radiaciones solares, del impacto de meteoritos -allí no son quemados por la atmósfera- o de los cambios extremos de temperatura.
UN VIEJO ROBOT RUSO Y UN MUNDO QUE ENCOGE
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La Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) en instalaciones de NASA. |
Durante el último año, la sonda ha realizado un mapa completo de la superficie lunar con un detalle sin precedentes, ha buscado zonas seguras para el aterrizaje de futuras misiones -un viaje que, de momento, parece que no va a producirse- y ha medido la temperatura y la radiación lunar.
Ahora, entrará en lo que la NASA llama una fase científica, en la que seguirá trabajando para ofrecer nuevos datos de nuestro vecino más cercano.
La LRO fue lanzada desde el Centro espacial Kennedy de la NASA en Florida (EE.UU.) con siete instrumentos a bordo el 18 de junio de 2009.
En septiembre del mismo año, comenzó el estudio detallado de la Luna. Gracias a este artefacto hemos sabido muchas cosas. Ha realizado nuevas observaciones del lugar de alunizaje del Apolo , ha analizado grandes áreas permanentemente en sombra donde hace más frío que en Plutón.
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La Luna: dispuesta a seguir dándonos muchas sorpresas en un futuro. |
Y, por supuesto, ayudó en la detección de agua en lo que creíamos un mundo seco.
«La LRO ha sido un gran éxito, ha realizado un trabajo brillante», asegura Doug Cooke, uno de los responsables de la misión. «Los datos recogidos por la sonda proporcionarán descubrimientos sobre la Luna en los años venideros».
Fuente: muybuenasnuevas.blogspot.com
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